Hepatitis: radiografía de una enfermedad que se puede prevenir
El 28 de julio es el Día Mundial de la Hepatitis, establecido por la Organización Mundial de la Salud para concientizar sobre este tema. Omar Galdame, que preside la principal institución argentina sobre hepatología, la analiza a fondo.
✍ Por estos días, el mundo ve con preocupación la enorme cantidad de víctimas fatales que está dejando la pandemia de coronavirus. Pero, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en lo que va del año falleció una cantidad similar de personas por hepatitis virales.
Se trata de enfermedades que “en la mayoría de los casos son prevenibles y curables”, introduce el doctor Omar Galdame, presidente de la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH), en el contexto del Día Mundial de la Hepatitis, el 28 de julio.
Esta fecha fue instituida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para hacer foco en los últimos avances en prevención y tratamiento de la enfermedad, para lograr un objetivo que considera alcanzable: “Un futuro sin hepatitis”.
Galdame sostiene que “en este día todos queremos generar conciencia sobre la potencial gravedad de esta patología, y hacer un llamamiento a la acción en cuanto a la detección y prevención de una enfermedad que muchas veces evoluciona de forma asintomática”.
Se estima que en el mundo hay 300 millones de personas que padecen hepatitis viral sin saberlo y que, de no mediar un diagnóstico precoz, sólo tomarán conciencia de la enfermedad cuando haya evolucionado hacia formas graves.
“Al tratarse de patologías que frecuentemente no tienen síntomas, pueden evolucionar lentamente hacia formas como cirrosis y cáncer hepáticos, sin que el paciente lo advierta. De ahí también la necesidad de alertar a los médicos de atención primaria para que hagan tests de detección precoz”, explicó Galdame.
Las hepatitis virales provocan una inflamación del hígado, tanto aguda (corto plazo) como crónica (largo plazo). De los cinco virus de la hepatitis (A, B, C, D y E), los tres primeros son los más comunes. Pero mientras la A no causa una enfermedad crónica -aunque puede tener consecuencias fatales-, hay unos 257 millones de personas en todo el mundo que tienen hepatitis B crónica y 71 millones de personas con hepatitis C crónica, indican las estadísticas de la OMS.
Las hepatitis A y E suelen originarse por la ingestión de alimentos o agua contaminada. Mientras que las B, C y D frecuentemente se producen como resultado del contacto de la sangre con fluidos corporales infectados.
Cuando hay síntomas, los más habituales suelen ser color amarillento de la piel y los ojos, orina oscura, fatiga extrema, náuseas, vómitos y dolor abdominal, destaca la OMS.
Galdame insiste en la importancia del testeo precoz en las diferentes etapas de la enfermedad. “En una etapa previa, la enfermedad se puede prevenir con vacunación. Luego, cuando ya hay diagnóstico, es posible mantenerla bajo control. Y finalmente, en casos avanzados, un tratamiento a tiempo puede lograr la curación completa”, explicó.
El especialista dio también una detallada explicación sobre las vacunas existentes.
“Sólo hay vacunas para la A y la B y cada paciente debe consultar a su médico sobre la conveniencia de su aplicación. La vacunación genera anticuerpos muy buenos que perduran en el tiempo y previenen la cirrosis y el cáncer. En cambio, para la hepatitis C no hay vacuna, pero hay formas de prevenirla, tratarla y eventualmente curarla”, afirmó Galdame.
En cuanto a las terapéuticas existentes para los dos tipos de hepatitis más frecuentes, el presidente de la entidad más importante sobre este tema en la Argentina indicó que, “en la B, el tratamiento mantiene la enfermedad bajo control para que no progrese a formas graves, mientras que la C, con las nuevas terapias, se cura el 95% de los casos”.
El objetivo, por supuesto, es prevenir, pero si el paciente ya desarrolló cirrosis, por ejemplo, se debe realizar una ecografía cada seis meses para detectar precozmente que no aparezca un carcinoma, precisa la OMS.
“Ya en etapas más avanzadas de la enfermedad, cuando hay diagnóstico de cáncer de hígado, estamos en una situación más grave. Pero hoy en día también existen tratamientos para esos casos, como cirugía, trasplante, resección de un segmento del hígado o tratamientos específicos que mejoran la sobrevida del paciente”, dijo Galdame.
La institución que preside insiste en la importancia de tener hábitos saludables en todos los casos, tanto para pacientes sanos como enfermos. “Disminuir o evitar el consumo de alcohol, una dieta baja en grasa, actividad física y evitar la obesidad generan siempre un beneficio para un buen funcionamiento del hígado”, señala la asociación, que tiene mucha información sobre el tema en su web: www.aaeeh.org.ar.
Quizás, lo más importante, en este Día Mundial de la Hepatitis, sea quedarse con el consejo final de Galdame: “El hígado es un órgano vital y muy noble, que incluso tiene capacidad para regenerarse a partir de un pequeño porcentaje de su masa original. Pero es necesario que el paciente lo cuide con su estilo de vida, y que haya un control médico con exámenes precoces para evitar los riesgos de una enfermedad hepática grave”. ©